martes, 28 de octubre de 2014

lunes, 12 de mayo de 2014

martes, 30 de septiembre de 2008

La ilusión de la vida...

He sentido la enorme necesidad de expresar lo que siento frente al acto inhumano que ha sido noticia el dia de hoy: la muerte de Luis Santiago. Pero antes, un suceso que me afectó personalmente y que ocurrió en días pasados.

Hace poco menos de un mes, recibí una trágica noticia: había sido asesinado a balazos un familiar mío (un hermano de mi papá) en hechos que aún hoy en día no tienen explicación. Poco o nada se sabe de las causas por las cuales alguien quizo acelerar el proceso natural de la muerte en mi tio. Si, lo acepto, la muerte es un proceso natural de la vida. Pero desafortunadamente deja de serlo, cuando son las balas, y no una causa natural, quienes sentencian el paso de una persona a una vida mejor. No podemos dejar que las balas se conviertan en los jueces terrenales. Lo que mas duele es que la muerte de mi tio pasó a ser una estadística más, un muerto más en la gran sábana de impunidad que envuelve al país y sus crímenes, y que nunca se sabrá la verdad acerca de su muerte. Definitivamente, eso es lo peor.

A raíz de la muerte de mi tío, me puse a reflexionar profundamente acerca del valor de la vida, de lo que realmente importa mientras estamos vivos, de las vidas que llegamos a "afectar" con sola nuestra mera presencia: padres, hermanos, esposos, familia en general, amigos, vecinos, conocidos, jefes, colaboradores, clientes, enemigos e incluso desconocidos. Para todos ellos, la vida habría sido distinta (en mayor o menor medida, dependiendo de la cercanía con nosotros) si no hubiésemos nacido. Pero ya que nacer no es algo que nosotros podemos controlar o decidir, una vez que llegamos a la vida, es inevitable compartir con todos los que componen el círculo de personas que he mencionado. Lo realmente importante en la vida es procurar que las relaciones con esas personas sean las mejores, que los que pertenecen a tu círculo te admiren, te quieran, te respeten y que se sientan a gusto con tu presencia.

Cuando partimos de éste mundo, volvemos a afectar a esas vidas, y poco o nada importará que hayas tenido muchas posesiones materiales, que hayas recorrido el mundo entero o que no hayas salido jamás de la ciudad, que hayas sido de malas, que no supieras nadar, que te diera miedo las alturas, o cualquier cosa de las que puedas presumir o lamentarte. Las personas te recordarán por aquellas veces que les regalaste una sonrisa, un abrazo, una palabra de aliento o simplemente un momento de alegría. Te recordarán por las veces que pudiste aliviar su sufrimiento. Te recordarán por lo bueno que hiciste sin que nadie te lo pidiera. Te recordarán, porque ya no podran tenerte cerca...

Hoy, he revivido los mismos sentimientos de aquel suceso, he vuelto a sentir dolor, rabia, decepción, frustración y demás, pero esta vez, quizá me indigna más, porque la victima apenas empezaba a vivir. Al menos, mi tío tuvo la oportunidad de hacer una vida, vivió 38 años, dejando una familia, esposas, hijos, amigos, vecinos, conocidos y demás, con los cuales compartió buenos y malos momentos. Pero el pequeño Luis Santiago no tuvo esa oportunidad. Su padre decidió desterrarlo de este mundo, cuando él sólo tenía 11 meses, cuando apenas empezaba a caminar, cuando las primeras palabras que podría haber dicho son precisamente mamá y papá.

¿Papá? Ahora yo me pregunto, ¿cómo un padre puede decidir secuestrar a su propio hijo, pagar para que lo rapten de los brazos de su madre, y posteriormente estrangularlo con sus propias manos? ¿Cómo pudo mirarlo a los ojos, y ver como su vida se desvanecía entre sus brazos? Yo sinceramente no logro comprenderlo. Si le representaba un "problema", había mil maneras diferentes de "solucionarlo", y todas mejores que esta tan lamentable.

Luis Santiago, hubiese deseado nunca saber nada de ti, porque eso significaría que estarías en estos momentos jugando con el osito de peluche al que le mordías la nariz, o estarías al lado de tu madre mientras ella te daba de comer, o cualquier cosa que suelen hacer los bebés de esa edad... y yo no tendría lágrimas en mis ojos mientras escribo éstas palabras. Pero te aseguro que tu muerte, al menos para mí, no ha sido en vano. En tu memoria, prometo solemnemente no agredir, ni lastimar, y mucho menos asesinar a otro ser humano.

Si algún día la madre de Luis Santiago, Ivonne, llega a leer ésto, sólo me queda decirle que su pequeño se puede llegar a convertir en la principal figura y motor de una causa en contra de actos de violencia y maltrato contra los niños de Colombia, y ojalá del mundo. Sólo espero que no hagamos la vista a un lado y decir que no nos importa, porque el día de mañana puede ser un familiar o ser querido, quien en manos de otros, se le acabe su ilusión de vida.